Tuve la opción de ver en Prime Video la última película de Paul Thomas Anderson se enfoca en dos jóvenes, Alana y Gary, quienes viven, descubren y crecen en la siempre interesante ciudad de Los Ángeles a finales de los 60’s y principio de los 70s.
Gary, de 15 años, actor infantil y líder de una pequeña pandilla de teenagers al conocer a Alana, convierte uno de sus principales objetivos conquistar a Alana, de 25 años, hermana menor de una familia conservadora judía, rechaza la propuesta romántica, sin embargo se ve intrigada y enredada en una serie de emprendimientos que provocan una evolución, descubrimiento y camaradería fascinante a través de un poco más de 2 horas de florecimiento y aceptación de sentimientos juveniles.
El marco donde esto ocurre resulta paradójico e interesante. Los Ángeles, y Hollywood para ser más precisos, me presentó un reflejo de esa inocencia, irresponsabilidad e inmadurez juvenil llevado a un mundo que se niega a madurar. La mayoría de los personajes que acompañan la travesía de Alana y Gary resultan divertidos, idiotas e irresponsables, sin embargo, al mismo tiempo resultan atractivos y adorables.
A diferencia de otras entregas de Paul Thomas Anderson ( PTA para los amigos ), Licorice Pizza es una película “sencilla” a primera vista, sin embargo, su fotografía, ritmo narrativo y pureza la convierten en una deliciosa obra audiovisual. El desarrollo de las personalidades, los comentarios, conflictos y sobretodo sentimientos que afloran paso a paso nos lleva al pasado, la pureza y – aunque esta frase me haga sentir varias semanas más viejo – nostalgia de tiempos más simples, puros e ingenuos.