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Sharp Objects

«Gone Girl» es una de mis películas favoritas, pero no solo por que es a mi gusto una de las mejores de David Fincher, si no por la suave y lenta narrativa basada en un libro de Gillian Flynn, el desarrollo de una historia que por momentos olvidamos que es policial, se «cocina» lento, como un buen asado a leña. Y de la misma forma que con el asado, su resultado es fantástico para los que tienen la paciencia suficiente.

Al anunciar «Sharp Objects» como una serie adaptada en una novela previa a Gone Girl, sin duda que me llamó la atención, sin embargo esperé más de un año en sumergirme en una «maratón» de la serie de 8 capítulos. Simplemente sentía que en un mundo lleno de superhéroes, intensos ritmos y fuertes polémicas como fue el 2019, no era el momento.

Ahora, con la cuarentena y más de mil horas de potencial introspección en mi depto. Llegó el momento, y confirmo que valió totalmente la pena la espera.

La serie se centra en la figura de Camile Preaker, periodista que retorna por recomendación de su editor a su pueblo de origen a investigar un inusual y violento crimen. Este retorno a la base, a su pueblo y por sobretodo a su familia es lo que va provocando un angustiante enfrentamiento con su pasado, sus excesos, sus fracasos y las expectativas. La dicotomía de haber sido la exitosa y popular joven que logró hacer una carrera en la gran ciudad, se contrapone con su depresión, vicios y un misterioso conflicto familiar.

Durante los 8 capítulos, de ritmo lento y misterioso, cuesta recordar que estamos buscando a un asesino, si no más bien el cómo hay un gran humareda pendiente de develar, no solo del conflicto actual, si no del pasado. La aversión de su madre, quién detesta su profesión, el desinterés y sumisión de su padre y la rebeldía irresponsable de su hermana menor provocan que durante la corta jornada queramos al igual que Camile, largarnos de ese lugar de mentira, miserable y maquillado sin éxito, provocando incluso de momento, ganas de dejar de ver la serie.

Ahí está la magia de Sharp Objects, te obliga a molestarte, te sumerge en caminos que no son agradables, pero tampoco son incluso intensos. Y eso adormece, molesta y podría decir incluso que castiga, involucrando al espectador en un viaje incómodo y molesto. Para llegar a un puerto intenso, sorpresivo pero no necesariamente esperanzador.

Grandes actuaciones, buenos diálogos y fantástica ambientación de un lugar, tan normal que llega a ser inquietante.